Arriesgado, como siempre, Carlos Tevez inicia a partir de hoy una nueva aventura. Será en Italia, con la camiseta número 10 que vistieron Michel Platini y Zinedine Zidane y que estaba retirada tras la partida de Alex Del Piero. Y con el objetivo de llevar otra vez a Juventus, su nuevo equipo, actual bicampeón en Italia, a la cumbre del fútbol europeo. A los 29 años, Tevez ya ganó la puja con el español Fernando Llorente, el otro fichaje resonante de la "juve", y será titular en la final de la Supercopa italiana que "La Vecchia Signora" (La Vieja Señora) del calcio juega hoy ante Lazio en el Estadio Olímpico de Roma. "Carlitos" saldrá al campo apenas cinco días después de que allí ganó la selección argentina, sin él, a quien casi todos llamaban "el jugador del pueblo", y con una delantera que, además de Lionel Messi y Sergio Agüero, tiene como titular a Gonzalo Higuaín, otro flamante fichaje argentino del Calcio, en este caso en las filas de Napoli.
Fiel a su estilo, Tevez asumió desafíos apenas firmó su contrato: pidió que sacaran del retiro la camiseta número 10 y los fanáticos de la web lo consideraron casi un hereje. Pero la prensa informó que desde su arribo el 70 % de las camisetas que vende Juventus dicen en la espalda "Tevez" y llevan el "10". "Es el fichaje más importante de Juventus en los últimos siete años, después de calciopoli", afirmó "La Gazzetta dello Sport", en referencia al escándalo de 2006 de árbitros arreglados y apuestas clandestinas, que terminó despojando al club turinés de dos títulos y obligarlo a jugar en la Serie B. Entre el dinero que le pagó a Manchester City y el contrato que firmó con Tevez, Juventus desembolsará 42 millones de euros por un jugador que siempre ganó algo en todos los clubes que jugó.
En Boca, donde debutó a los 17 años y también se animó a usar la 10 que había dejado Diego Maradona, Tevez ganó un Clausura, una Sudamericana, una Libertadores y una Intercontinental y fue declarado tres años mejor futbolista de Sudamérica, la última de las cuales, en 2005, ya con la camiseta de Corinthians, que lo adquirió por U$S 20 millones, cifra récord en ese momento.
Fue campeón brasileño y figura del título obtenido por Corinthians, que lo vendió en 2006 a West Ham, donde no logró títulos, pero salvó al club del descenso, que sería casi lo mismo. Eso le valió ser adquirido por Manchester United por 40 millones de euros. En dos temporadas ganó dos Premier, una Liga de Campeones (anotó el primer penal de la definición ante Chelsea) y un Mundial de clubes, hasta que partió al rival clásico, Manchester City por 30 millones de Euros y, después de una dura sanción por indisciplina, ayudó a ganar una Premier que el equipo de "Kun" Agüero no obtenía desde 1968. Tevez tiene un registro de 198 goles en 453 partidos.
"Por fin tenemos un número 10 digno de la historia juventina", afirmó el presidente de Juventus, John Elkann, feliz porque Juventus ganó la puja a Real Madrid y a Milan, que también querían a "Carlitos". "No quiero crear divisiones, pero de mis ex compañeros ninguno quiso usar el número 10", dijo ayer mismo a "La Gazzetta dello Sport" el propio Del Piero, acaso algo crítico a la audacia de Tevez.
El desafío de usar el número 10 lo propuso el propio Tevez y fue aceptado por Juventus. Para comprender mejor al personaje, la prensa italiana investigó entonces los difíciles inicios de Tevez en Ciudadela, en el barrio Ejército de los Andes, rebautizado como Fuerte Apache; las declaraciones de Carlitos de que podría haber sido vendedor de droga, drogadicto o cartonero; el accidente casero que provocó la cicatriz del cuello y que jamás quiso sacarse; el amigo muerto por la Policía y algunos informes de otros amigos que dicen que Fuerte Apache pasó a ser casi un asunto de marketing porque, en rigor, se quejan, Tevez ya "se olvidó" del lugar.
Tanta audacia, es cierto, no siempre sale bien. La Selección es la prueba más clara. Tevez marcó 13 goles en 62 partidos y, hay que admitirlo, pocas veces cumplió la expectativa de "jugador del pueblo". Ese cartel sí le sirvió para ganar una convocatoria de apuro en la Copa América 2011. Fue sorpresivo titular, jugó mal y fue señalado como uno de los responsables de la eliminación en cuartos de final. Fue su despedida.
Se cuenta que el propio Messi, a su estilo, en silencio, le bajó el pulgar. Jamás volvió al equipo. Y no aparece en los planes del DT Alejandro Sabella para el Mundial de Brasil 2014.
La figura de Tevez sirvió a muchos. Por empezar a los que lograron sacarlo en 1985 de All Boys por apenas 10.000 dólares y un cambio de apellido para llevarlo a Boca. Luego al fondo de inversiones MSI, con sede en Islas Vírgenes, que compró el pase de "Carlitos" a Boca por una cifra récord cuyo monto difería de un país a otro y dineros pagados desde un paraíso fiscal y cobrados por Boca en la cuenta de una empresa desconocida en el banco JP Morgan Chase, de Nueva York. Fue todo tan raro que por esa causa el Banco Central obligó a partir de allí a que los clubes liquiden en el país sus millonarios ingresos por ventas de jugadores. El MSI pertenecía al iraní Kia Joorabchian, al exiliado ruso Boris Berezovski y al agente israelí Pini Zahavi. Uno dueño de pasaportes de nombres distintos, el otro buscado por la justicia rusa por lavado de dinero y el tercero obligado a justificar las comisiones que cobraba por los fichajes que hacía Chelsea, del magnate ruso Roman Abramovich. MSI llevó rápido a Tevez de Brasil a Inglaterra, junto con Javier Mascherano. Fueron a West Ham del empresario Eggert Magnussen, simple "testaferro" de Bjorgolfur Gudmundsson, condenado a prisión en 1991 en Islandia y que resurgió gracias a que fue uno de los favorecidos en la salvaje explosión capitalista de Rusia.
Tevez arribó como propiedad de una firma particular (MSI), lo que está prohibido por los reglamentos de la Premier League y West Ham, que había omitido ese detalle, fue castigado con una multa récord de 11 millones de dólares. "Este tipo de trasferencias terminarán arruinando al fútbol inglés", escribió Richard Williams en "The Guardian". Acaso demasiado drástico para un fútbol que permite que casi cualquier capital, sin investigar su origen, compre un club, como sucedió con casi todas las escuadras de la Premier League.
MSI y los magnates rusos libraron luego una dura batalla judicial en los tribunales de Londres para definir de quién era el pase de Tevez, entre denuncias de estafas, deudas, traiciones y testaferros que unos reclamaban a otros. Por los tribunales desfilaban esos días abogados de poder, guardaespaldas y autos de lujo.
Parecía la película Promesas del Este. Tevez dejó finalmente Inglaterra para coquetear primero con Milan y terminar en Juventus. El apodo de "Vieja Señora", una señal de distinción para el club propiedad de la poderosa familia Agnelli, hoy está algo deteriorado. Es público y notorio que la "juve" fue castigada en los últimos años con investigaciones de doping y compras de arbitrajes y una expulsión definitiva del calcio del "monje negro" Luciano Moggi, el Corleone de la película. Son puntos que pocos mencionan, especialmente los que idealizan al Primer Mundo de la pelota, como si los males del fútbol fueran sólo argentinos.
Tevez, fue dicho, tiene 29 años. La potencia física no es la misma. Y los espacios que tendrá en el calcio serán menores a los que tenía en Inglaterra. Pero el hombre de los 1.000 desafíos ganó donde fue. Hoy inicia una nueva aventura.